miércoles, 21 de agosto de 2013

El devorador.

Fue en una noche sin luna, oscura como la mente del mismo demonio, cuando las primeras criaturas comedoras de carne aparecieron en la ciudad de San Cristobal; yo estaba en mi casa, besuqueándome con mi novia porque eso es lo que hacen los jóvenes normales cuando tienen diecisiete años y sus padres no están en casa. No planeaba nada, lo juro, pero la situación estaba puesta y yo aproveché la oportunidad.

Mi boca se mojaba al contacto con los labios de mi novia, eso era mi único universo, no es que la amara, pero me encantaba sentir su carne húmeda, suave y tierna sobre mis labios; entonces yo sólo tenía una cosa en mente, llegar a tercera base. Sus pechos escondidos por la ropa, pero a la vez, provocativos, expuestos parcialmente por el valle que se forma con los escotes… los hombres somos como los gatos, cuando algo nos da curiosidad, tenemos que tocarlo, y yo ya estaba harto de tocarlos por encima de la ropa.

Entonces escuchamos un fuerte golpeteo en la puerta de entrada, como el de una persona ansiosa por entrar, normalmente nuestro pórtico es víctima de los predicadores, por lo cual pensé que tal vez era un fanático loco de esos que harto por el constante cierre de puertas en su nariz, había enloquecido y estaba decidido a predicar como nunca. Ojalá eso hubiera sido; dejé a mi novia en el sillón relamiéndose los labios, saboreando su brillo de cereza, y yo me dirigí a la puerta; a medio pasillo ¡BAM! La puerta se abre de golpe y entra un hombre loco y calvo junto con una mujer que podría haber sido mi madre, la mujer corrió llorando y se escondió quien sabe donde mientras el hombre cerró la puerta y pegó la espalda contra ella como quien la detiene para no dejar entrar al hombre lobo. Entonces vi un rostro sudado repleto de miedo -¡Hey! ¿Quién demonios eres y qué carajos haces en mi casa?- le dije al tipo –Lo siento muchacho, pensé que estaba vacía, déjame quedarme, nos conviene estar juntos- dijo el anciano con un tono psicótico en sus palabras, yo estaba a punto de preguntarle algo pero entonces alguien empezó a golpear la puerta con mucha fuerza, con mucha flojera –¡Son ellos!- gritó el anciano, de pronto un grito, mi novia en la sala, de inmediato tome un bate que mi padre guardaba en la cesta llena de paraguas en la entrada por si era necesario, y fui a la sala.

Mi novia lloraba en una esquina abrazada a la señora ajena a mi vida hasta entonces, ella lloraba y gritaba, aterrada, apuntaba hacia la ventana, yo seguí la trayectoria de su dedo con la mirada y vi un brazo ensangrentado, con la piel herida y gris, tratando de alcanzarla, el anciano me arrebató el bate y comenzó a golpear aquella mano -¡Hermano, es un tío herido, hay que pedir ayuda, déjalo en paz!- dije yo intentando parar al anciano loco, pero la mano seguía luchando por alcanzar a mi novia acompañada de unos gemidos que ahora suenan como el coro de la muerte en mi cabeza.  La mano del brazo salió volando con un golpe del bate y el brazo cercenado se retiró a la penumbra externa, el sujeto tiro el bate y rápidamente movió una vitrina que estaba a un lado de la ventana, para cubrir el cristal roto –Eso los detendrá un rato-  dijo él, entonces yo lo empujé -¡¿Qué te sucede hermano?! Era un tipo herido, le haz destrozado la mano a punta de golpes, infeliz- yo estaba alterado, un momento estas tranquilo besándote con tu novia en la casa de tus padres y al siguiente aparece un anciano tirando puertas y golpeando gente, no es normal.

El tipo me dio una bofetada -¡Callate!- entonces prendió la televisión en el noticiero
-¡Mira!- yo vi hacia la pantalla aún aturdido por el golpe, pero más que el golpe, la intención, en mi vida me habían tocado así, ni siquiera mi padre… vi en la televisión como unos tipos caminaban como si tuvieran mierda en el trasero, gimiendo como imbéciles, babeando, todos llenos de heridas y pus, mientras que una multitud de personas corría como desquiciada, huyendo de esos sujetos raros. La reportera decía que eran zombis, que de pronto aparecieron, uno se le acercaba por la espalda, el camarógrafo dejó caer la cámara al suelo, se vio la lente rota y como la reportera forcejeaba con el sujeto, o al menos eso se entendía por los movimientos de las piernas, la reportera se cayó, el sujeto le mordió el cuello y no de una manera amigable para hacerle un chupetón; no, le desgarró la piel, le arranco un pedazo, la mujer gritaba como loca, mi novia se tapaba la cara con las manos, la señora la abrazaba, el anciano veía con lástima la pantalla, yo… yo no entendía nada.

-Son zombis, como en las películas malas y los videojuegos, pero esta vez son reales, se comen a la gente, la persiguen- dijo el anciano al mismo tiempo que apagaba la tele –No te creo, eso es ficción, y de ser cierto, los tipos caminan como idiotas, cualquiera puede correr de ellos- pero el anciano movió la cabeza como reprobando mi comentario –Uno, dos, hasta tres no son problema, pero son miles, salen de la nada, tú corres de un grupo de doce y luego sin que te des cuenta aparecen otros enfrente de ti , no importa a donde vayas, a donde mires, aparecen así sin más, como si el demonio los pusiera adrede frente a ti.

 Yo me senté en el sillón -¿Y qué hacemos?- pregunte idiotamente, a lo que el anciano contestó –Pues, junta todos los bates, y objetos que podamos usar como armas, la comida, las baterías, las lámparas y el agua; hay que encerrarnos en algún cuarto y luego, esperar a que las cosas pasen, he visto como se pudren, en algún momento terminaran de morder a todos, se pudrirán, la ciudad estará hedionda a muerte algunos años, pero nosotros saldremos vivos… ¿Qué te parece?- yo como era un idiota de diecisiete años que sólo pensaba en morderle los pezones a su novia, pensé que era un gran plan, así que asentí.

Pasado algún rato ya habíamos puesto todos los víveres en cajas, subíamos y bajábamos hasta el cuarto de mis padres que era el más grande, y entonces alguien llamó a la puerta, como una persona normal y los zombis ya no tocaban las ventanas (que ya habíamos clausurado para entonces) ni se azotaban contra las paredes o arremetían contra la puerta, era el toc toc de un sujeto normal, tres golpes rápidos y contundentes que dicen “estoy aquí, ábreme”, yo fui a la puerta, pero el anciano me detuvo con miedo en los ojos, yo me solté como pude, no recuerdo, corrí hasta la puerta y la abrí.

Detrás de esa hoja de madera apareció él, quien entró de manera contundente preguntando por el baño cargando una maleta grande y manchas de sangre negra en la boca, parecía uno de ellos, pero se movía normal, no gemía como idiota ni parecía tener intenciones de morderme; por lo que le señale el baño para las visitas y el entró a hacer gárgaras. Yo no me di cuenta, pero después de que cerré, el anciano se puso a apilar muebles y sillas detrás de la puerta.  Yo estaba afuera de la puerta del baño, esperando a que el tipo saliera pues mi instinto me decía que él era diferente, era… algo más.

Al fin salió después de lo que a mí me pareció una eternidad pero él dijo que fueron cinco minutos, con la cara lavada, libre de sangre y con un fresco aliento a menta -¿Quién eres?- le pregunte pero él respondió con un gruñido –Sin nombres, novato… sin historias, sin presentaciones ni opiniones, no preguntes más de lo necesario y no me molestes con estupideces ¿Cuántos hay aquí?- preguntó después, entonces el anciano llegó, sudoroso, lleno de miedo -¿Quién eres, por qué la sangre, por qué no nos dices tu nombre?- a decir verdad fue una pregunta descortés e injusta porque ese anciano tampoco se había presentado y no era quien para cuestionar así al extraño, al final de cuentas, esa era mi casa; pero el extraño simplemente levantó el dedo mayor de su mano izquierda y se la puso al anciano a la altura de la mirada, como para dar a entender que ya había hablado demasiado, el anciano se enojo mucho, yo me habría enojado mucho, pero me pareció genial esa respuesta; entonces el extraño me volteó a ver con esos ojos penetrantes y casi locos, llenos de una ira callada, adornados por esas enormes cejas llenas de pelo –Somos cuatro, mi novia, una señora, este tipo y yo, claro eso sin contarte a ti-  respondí de pronto.

 El extraño fue a la sala y comenzó a buscar algo entre las cajas, sacó un cuchillo de cocina, una barra de granola y una botella de agua y las metió en su maleta –El que quiera vivir que venga conmigo, quien no, se puede quedar a morirse, me da igual- se levantó y caminó hacia la puerta.  Entonces la mano del anciano lo detuvo -¡¿Quién te crees, acaso quieres matarnos?!- el extraño lo miró fríamente, como advirtiéndolo con una amenaza de muerte, el anciano lo soltó de inmediato –Primero, no me vuelvas a tocar, segundo,  quedarse en un cuarto como rata cobarde es lo peor que puedes hacer, porque tarde o temprano pasaran a través de tus barricadas y tus paredes, subirán y te tendrán contra la una esquina quince a uno, te morderán y sentirás como sus dientes flojos se clavan en tu piel, como despedazan tu cuerpo parte por parte y hunden sus uñas podridas en tu carne, como te desgarran y a veces dejan uno o dos dientes olvidados en la herida, y su sangre fétida llenando tus fosas nasales mientras absorben el podrido olor de la muerte, su fétido aliento invadiendo tu ser, dejando de ser tú para lentamente volverte uno de ellos y deambular como imbécil por el resto de los días, aunque juzgando por lo que llevo tratándote, no sería muy diferente a uno de tus días normales… ¿o me equivoco?- dijo el extraño; yo casi me voto de risa, pero no lo hice por respeto al anciano.

Quitó la barricada de dos patadas y volteó a ver al anciano con cara de decepción, luego me miró -¿Vienes o te quedas?- entonces el anciano me detuvo –No vayas, déjalo morir solo- me dijo y luego lo miró a él –Si te quieres morir, hazlo, pero no pongas en peligro a otros, seguramente lo quieres usar de carnada, eres un imbécil, vienes aquí a dar ordenes, ni siquiera es tu casa, entras, te robas la comida, perviertes jóvenes para que vayan hacia la muerte…- decía quien sabe que más cosas hirientes cuando de pronto el extraño sacó un revólver de su gabardina gris, le apuntó en la frente al anciano y le disparó.  El tipo cayó bien muerto, yo sabía que las cosas se habían puesto muy serias, muy muy serias, el sujeto muerto se retorcía en la alfombra sobre un charco de sangre mientras el extraño se guardaba su revólver como si fuera algo muy normal, yo no sé cómo lo miré -¿Qué? Tarde o temprano sería uno de ellos, y lo de la carnada me dio una idea ¿Vienes?- dijo el extraño, pero en ese momento llegó corriendo la señora, berreando de dolor, a hincarse sobre el cuerpo del anciano y a sollozar como nunca vi a una mujer, mi novia vio al muerto y vino corriendo a abrazarme, como si mis brazos fueran de metal y pudieran hacer gran cosa contra el revolver de un sujeto a quien no le importaba nada.

Después de escuchar los muchos sollozos de la señora, accedí a ir con él, mi novia se apuntó sin pensarlo, pero la señora se negaba a venir y la dejamos –Mejor, más carnada para los zombis, los distraerán dos o tres horas mientras nosotros nos vamos- dijo el sujeto.  Así fue como comenzamos a vagar por la ciudad, oscura, húmeda por las lluvias de verano, con el calor hasta las sienes empapándonos las greñas, saltando entre cadáveres, dando vueltas en las esquinas como si la ciudad se hubiera vuelto un laberinto colosal en donde detrás de cada puerta, ventana o escalera estuviera la muerte encarnada en esas cosas. Caminábamos detrás de él muy sigilosos, a veces tomaba los muertos que aún no se volvían zombis y los guardaba en botes de basura o sacaba un machete y les cortaba la cabeza, yo no entendía para qué. Entonces en una esquina se detuvo, se sentó en el suelo y sacó un cigarro, mientras fumaba empezó a hablar -¿Sabes? El termino zombi es un error, zombi es una palabra que viene de Haití, una isla llena de descendientes de esclavos africanos y como tales, heredaron de ellos la magia voodoo; para ellos,  los zombis son espíritus que residen en el interior de todas las cosas, como almas para cada objeto, planta, animal y persona en este bendito mundo. Dentro de la magia voodoo está la práctica de esclavizar a los criminales cuando mueren, uno se apodera del zombi del sujeto y el sujeto se vuelve un idiota que hace todo lo que le pides, claro, primero debe morir para liberar su zombi y luego uno apresa al zombi para revivir el cuerpo y que pueda obedecer… luego llegaron los americanos y entendieron todo mal, como suelen hacer- terminó, apagó su cigarro en el suelo, votó la colilla por ahí y se levantó, entendimos que era momento de seguir y seguimos.

En una de esas, ya casi al amanecer, le falló el cálculo, por lo que terminamos corriendo de un trío de esas cosas raras, el sujeto no corrió ni se escondió ni nada, sacó su machete y se aventó a la buena, cortando y dando tajos como si estuvieran en oferta, uno de esos monstruos le salió por atrás, entonces el extraño se agachó, el zombi trato de agarrarlo pero se quedó con las ganas,  y mientras el pobre intentaba comprender que ocurría a su alrededor, el extraño se le aventó para morderle una lonja, emergió sangre negra y pus, yo me quedé frío ¡No entendía para que carajos hacía algo tan asqueroso y tonto!

Pasó, logramos salir de aquella aventura, nos metimos a un bote de basura que no apestaba mucho y ahí nos quedamos según que a descansar, lo que explicó porque contra el aire el sujeto apestaba a basura –La basura disfraza tu olor a humano, ayuda soportar la peste, te da uno o dos días de vida, ja- dijo el tipo para justificarse, yo entonces creí que más que una táctica de supervivencia, ese tipo tenía un gusto por la porquería y la mierda de lo más extraño; mi novia simplemente daba arcadas y el extraño sólo le hacía señas para que se callara y se tragara el vómito, al poco rato mi novia se hartó de querer y no poder, se quedó dormida y mientras dormía envuelta en sudor, manchas de sangre y lágrimas, yo me atreví a hacer charla -¿Por qué los muerdes? No tiene nada de malo ni nada, pero… ¿ya notaste que están llenos de pus y sangre muerta?¿Te gusta el sabor?- el tipo casi se orina de risa ante  mi pregunta y después de reírse un buen rato a expensas de mi inocencia, decidió contestar –Amigo, en el círculo en el que me muevo me llaman el devorador, y eso no es gratis, a veces muerdo a esas cosas y les arranco pedazos, tal vez  ya no son humanos pero funcionan con los principios más básicos de supervivencia, uno de ellos es el de autoprotección, no son muy sensibles pero aún sienten algo de vez en cuando, así que si de pronto sienten que algo los muerde, se alejan, buscan alejarse de ti y ya no te atacan- entonces me puse a recordar, era cierto, en el momento en que el extraño le mordió la lonja al zombi, esa cosa empezó a gemir como un condenado y a buscar una manera para alejarse de tal manera que le dejó un pedazo en la boca al extraño y se fue berreando como un tonto, el extraño escupió el pedazo dando arcadas y luego sacó una botella de enjuague bucal para hacer buches -¿Y entonces el enjuague bucal es para quitarte el mal sabor?- le pregunte –Así es amigo, no es nada lindo probar sangre podrida y pus, es como… el sabor del cobre y la carne podrida ¿lo imaginas? Por eso a cada rato ando con una botella de enjuague bucal en la mano, escupiendo como una maldita llama, no me gusta pero cuando la situación lo requiere…

Al poco rato me quedé dormido, el golpeteo de la lluvia sobre la tapa del depósito de basura fue arrullador, no sé si soñé o no, cuando desperté me pregunte por la suerte de mis padres, pero supuse lo peor y a pesar de la tristeza, un instinto extraño, nuevo, me impidió que me pusiera a llorar como niña chiquita, quizás era eso y algo de pena; no sería capaz de llorar frente a un sujeto tan rudo que le muerde las costillas a esas cosas, había visto tipos que las matan a puñetazos en las películas, pero nunca que un hombre las mordiera así sin más.

 El devorador se levantó, se asomó por una rendija y abrió la tapa -¡Vamos! Ah, una cosa… tú no trates de morderlos, te podrías infectar, yo puedo porque estoy inmune a ese bicho raro, pero tú y tu novia no- saltó afuera para luego cargar a mi novia y sacarla de ahí mientras yo me las arreglaba solo – ¿Y cómo te volviste inmune?- el tipo me miró con duda –Tengo muchos amigos con gatos…- no le pude sacar más y continuamos vagando.

Caminamos y caminamos durante seis horas sin saber a dónde –Oye¿ A dónde vamos?- le pregunte después de un rato –A ninguna parte, estoy buscando- me dijo –¿A quién?- pero ya no me quiso responder. Nos topamos a un grupo de cinco, esta vez sacó unos cuchillos muy pequeños y los lanzó como un cirquero, a todos les dio en la cabeza y todos se quedaron ahí en el suelo, temblando con espasmos de electricidad, él se acercó a recoger sus cuchillos, a limpiarlos con la ropa de los muertos y a guardarlos uno por uno, cuando regresó me miró -¿Qué? No son gratis- seguimos caminando. 

Mi novia estaba harta, lo podía ver en su cara, tenía ganas de un baño de agua tibia, un helado y dormir en una suave cama con edredones rosas y muchas almohadas, quizás antes una buena cena con verduras porque  ni hablar de carne, no me extraña que ahora sea vegetariana. Finalmente llegamos a un lugar extraño, no había ni un solo zombi, estaba todo limpio, como si nunca hubiera pasado nada en la ciudad, los edificios tenían todas sus ventanas intactas (a diferencia de los demás edificios que contaban con ventanas rotas y en algunos de ellos, incendios sin controlar, incluso vi algunas ventanas con los cadáveres de la gente colgando) no había manchas de sangre ni se alcanzaban a escuchar los clásicos gemidos de los muertos vivientes.

-Bien muchachos, hemos llegado, ahora les voy a decir algo y quiero que me pongan atención- nos dijo el sujeto mientras nos miraba a los ojos, mi novia rompió el silencio –Los zombis, no podemos quedarnos aquí, ellos pueden venir- pero el sujeto la calmó, le puso una mano en el hombro como haría un padre y le dijo –Tranquila, no se acercarán, no les gusta el aroma que ahora nos rodea, podemos hablar tranquilamente mientras disfrutamos de la luz del sol, pronto podrás bañarte y comer, ahora escuchen- se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y nos espero a que lo imitáramos, luego empezó a relatar.

- Esto que han visto no es la primera vez que pasa, desde 1985 han venido ocurriendo este tipo de eventos en diferentes partes del mundo, primero fue Afganistán, luego fue Bielorrusia, ahora sucedió aquí en San Cristóbal, y volverá a suceder quien sabe en donde.  A diferencia de lo que la ficción cuenta, no es algo relativo al gobierno o a una empresa diabólica que experimenta con el ADN humano, es una enfermedad que no sabemos de dónde viene, lo único que sabemos es que comenzó hace mucho tiempo con el culto a los gatos. Los egipcios se la adjudicaban a una maldición de Ra, luego volvió con la peste en el siglo XVI para volver a extinguirse sin dejar testigos que puedan estudiar o dar luz sobre algo. Ahora ha vuelto a brotar, pero esta vez más fuerte que nunca, ustedes han sobrevivido y tienen dos opciones, son totalmente libres de elegir pues nadie actuara en contra de lo que quieran, no son mayores de edad pero la organización a la que pertenezco no se fija en políticas, todos pueden ayudar- hizo una pausa –Soy parte de una organización fundada  por los gobiernos de todo el mundo y varios activistas independientes, dentro de la organización tenemos laboratorios y una armada encargada de investigar y contener la infección así como de rescatar a cuantos podamos, lamentablemente no podemos hacer mucho pues la infección suele mutar muy rápido e infectar a la gente en poco tiempo, ustedes son candidatos a inmunidad pues han estado respirando este aire sin mostrar síntomas, pueden elegir ayudar a nuestra organización o regresar a ser civiles y vivir una vida tranquila en otra ciudad donde serán tratados como refugiados y sobrevivientes de una de las epidemias más grandes que ha enfrentado la humanidad ¿qué dicen?

Yo no sabía que pensar, sonaba de película, como si mi mejor amigo se hubiera esforzado demasiado en una mala broma, pero había visto los muertos y no eran de goma, había escuchado los gemidos y no eran grabaciones, había caminado en la ciudad, la había cruzado y tal devastación no podría ser una mala pasada para un programa de videos tontos en la televisión ¿Los gatos, qué tenían que ver esas pequeñas bestiecillas con todo esto, acaso habían resultado una especie extraterrestre y ahora nos atacaban así? - ¿Por qué los gatos?- pregunté –Hay parásitos en cada ser vivo complejo de este mundo, ahora mismo tú tienes un puñado de algunos en tu estomago, algunos te ayudan a digerir tu comida y otros se transformaran en los gusanos que se coman tu cuerpo cuando mueras, las tortugas japonesas tiene salmonella en su tracto digestivo para combatir algunas bacterias que hay en su comida, y de la misma forma los gatos tienen un parásito que infecta a los seres vivos a su alrededor para hacer que el gato parezca más agradable a los otros, y de esa manera aumentar sus posibilidades de supervivencia… de alguna forma extraña ha mutado hasta transformar al ser humano en esto, tiene que ver con un hongo en Asia y la tendencia humana hacia el hedonismo, una combinación de variables, pero eso no importa, lo que importa es la decisión que tienen en puerta.

En ese momento apareció el sonido de un helicóptero que se acercaba desde las lejanas montañas en el horizonte,  supuse que teníamos hasta que el helicóptero aterrizara con nosotros para decidir, ahora que lo pienso detenidamente, tal vez me precipite pero entonces tomé aire muy hondo y acepté unirme a la organización, mientras que mi novia decidió volverse una civil pues quería olvidar lo sucedido.

Desde entonces han pasado ocho años, resultó que el Devorador no es parte de la organización, sino un reactivo ajeno que se aparece una o dos semanas antes de un brote a gran escala por las calles de la ciudad afectada, se la vive de basurero en basurero, matando zombis y salvando a cuantos puede, engrosando las filas de la organización y nadie sabe por qué.


Aún me escribo con aquella chica que era mi novia, y yo, pues voy de ciudad en ciudad con un M14 y un cinturón lleno de granadas, salvando gente y disparando balas contra esos malditos, a veces los muerdo también, no es nada gratificante, pero ayuda. Por eso, es que los muerdo, he grabado esto antes de aplicar el examen psicológico al que he sido obligado pues explica la razón por la cual lo hago, sin embargo, creo que es una buena manera de diagnosticar mi locura a tiempo, al final de cuentas, después de todo lo que he visto ¿Quién no se volvería loco? Ya lo dije, no estoy loco, simplemente… a veces me dejo llevar por la emoción del momento. 

miércoles, 17 de julio de 2013

La furia de Marte

Chay Rubens formaba parte del equipo de estudio sobre el comportamiento humano en las colonias de Marte, también es el primer sujeto en cometer un crimen en dos planetas. Por esta razón es que se me ha pedido que redacte estas memorias, pues es de suma importancia dejar las cosas claras y observar el comportamiento de los nuevos marcianos si es que queremos colonizar este planeta correctamente.

Rubens, según sus compañeros de trabajo, no era un tipo violento o que se caracterizara por expresar demasiadas emociones, a decir verdad era un tipo robusto y alto que cuando no estaba observando a los colonizadores dentro de sus capsulas habitación, lo podías encontrar en su catre leyendo historias sobre mitología griega. Esposo devoto, se había casado con la chica más linda del vecindario ocho años atrás y a diferencia de los demás  miembros, Rubens se había mostrado muy renuente a traer su familia a Marte, por lo que los muchachos nunca conocieron a Emma.

Por esta razón es que Rubens viajaba cada dos o tres meses a la Tierra, donde se quedaba un mes y luego regresaba a Marte para continuar con su labor de investigación; extraño como parezca, el tiempo dedicado al viaje y a su familia no le restaban calidad a su trabajo, todo lo contrario, lo mantenían enfocado. Así que a Rubens se le dieron responsabilidades extra.

Ya que él era quien iba y venía entre un mundo y el otro, se le otorgó la autoridad necesaria para manejar al equipo, tomar decisiones pertinentes al estudio y reportar avances periódicos a la universidad en la Tierra. El costo de los viajes era pagado por el gobierno, es el mal uso de este dinero lo que más alarma a la comunidad científica pues es con este dinero que Rubens financia sus fechorías, un científico psicópata no es buena publicidad para la universidad ni para el proyecto.

Emma Rubens, a pesar de ser la víctima más afectada de todo este drama, tampoco puede decirse que es completamente inocente pues de alguna manera se buscó lo que le ha pasado; era una tarde de julio cuando ella fue al supermercado, las pantallas de papel digital anunciaban ofertas en productos especiales como suele ocurrir en esos lugares y Emma estaba realmente aburrida, su esposo se había marchado a Marte hacia unos días y el mes pasado que había estado en Tierra no fue precisamente una luna de miel. Todo lo contrario, quizás las personas piensen que la vida de un investigador no es muy atareada y es cierto, pero cuando uno va y viene de Marte con los resultados de la investigación más importante del siglo, es natural que los teléfonos suenen, las agendas se llenen y el tiempo para la familia resulte escaso. Para tal caso,  ese mes fue como si Chay no hubiera vuelto pues casi no lo vio más que en la mañana cuando se tenía que levantar temprano para ir a la universidad y dejar los resultados. Entonces, mientras se lamentaba por el curso que había tomado su vida, su carrito lleno de vegetales y helado chocó contra el carrito de Diego Velázquez.

Así, lo que en un principio fue un desafortunado encuentro cotidiano se tornó en una relación que le ofrecía a Emma toda la pasión y aventura que siempre había esperado, Diego no era frío ni distante como Chay, tampoco era una tormenta de llamadas telefónicas  y aunque no dormían, ella sabía que podía estar con él en cama. Poco a poco la relación se fue tornando cada vez más estable al grado en que Diego consideró al marido de su amante como un fantasma, pues no importaba que el sujeto estuviera en Tierra, Emma siempre encontraba la excusa para irse con Diego a la playa una semana o de paseo a las montañas medio mes.
Chay sospechaba que algo andaba mal en esas ausencias de su esposa, quien en un pasado había sido enérgica en su voluntad al querer verlo y estar con él. Las cosas tampoco habían resultado agradables para el investigador. Se había enlistado en el proyecto pues el dinero que obtuviera al final sería suficiente para no volver a trabajar fuera de la Tierra, pero lo había hecho buscando quedarse como temporal, si se hubiera mudado a Marte, entonces la investigación hubiera sido de tiempo completo y no hubiera podido ocuparse en otra cosa.  Por eso en las primeras discusiones sobre su ausencia siempre le pedía un poco de paciencia a su amada, quien finalmente optó por ser paciente ocupando su tiempo en alguien más.

Una noche, mientras Diego y Emma se refocilaban entre las sábanas, la Tierra era un fulgor azul que se veía a lo lejos, sobre un manto de color negro en la ventana del transporte de Chay que iba de regreso de forma inesperada. Dos semanas después, el investigador aterrizó en la tierra, hizo los procedimientos de rutina para asegurar que la presión terrestre no le hiciera daño, subió a su auto y se dirigió a casa.

Llovía cuando él llegó por lo que Emma y Diego no escucharon su auto, tampoco es como si fueran muy silenciosos al fornicarse. Chay escuchó los berridos de su esposa desde la entrada, subió rápidamente a la alcoba y al abrir la puerta, vio a su amada con un hombre extraño encima. Nadie sabe cuál fue la reacción emocional que recorrió las entrañas del investigador, pero estamos seguros de que ellos siguieron fornicando salvajemente mientras él los miraba y luego de un rato se marchó. Por testimonios de Diego, supimos que el aquelarre se detuvo cuando Emma notó que la puerta estaba abierta, ella se asustó pues fue ella quien la había cerrado, Diego insistió en que el aire la había abierto, pero cuando encontraron la puerta de la entrada abierta con huellas por toda la sala supieron que alguien los había visto.

Chay no apareció en dos semanas, Emma estaba preocupada, no estaba segura de que su marido fuera quien los había descubierto, pero de serlo, nada volvería a ser igual para ella y la mujer temía por su comodidad. Diego por otra parte, durante ese tiempo decidió ausentarse por el bien de la chica y por su propia seguridad, como amante profesional ya sabía que en cualquier momento el marido aparecería para pedir explicaciones de una manera en la que la ira apretaba los puños de los hombres e indudablemente los provocaba a querer golpearlo.

Dos semanas después  Diego estaba casando hospedaje en un bar, sentado en la barra admirando a la mujer que con hombre o sin él le fuera a dar entrada en su hogar para pasar la noche tibio y seco. Entonces entro Chay, Diego no sabía como era por lo cual no lo pudo identificar pero Chay si que lo conocía, había pasado dos semanas conociéndolo desde lejos, así que cuando se acercó lo hizo de la manera en que era más sencilla, le invitó un trago.  Lo siguiente que Diego supo es que estaba colgado de cabeza en algún cuarto oscuro, recordaba a un sujeto que le había invitado unos cuantos tragos, después de eso unos besos difusos con una mujer de pechos grandes y luego un sujeto que lo arrastraba por el suelo hacia un lugar que no alcanzó a reconocer.

- Una probada de tu propio veneno, imbécil- dijo una voz que emergió de entre la oscuridad, Diego no supo qué hacer por lo que empezó a preguntar quién era y de que trataba esa broma –No es una broma tarado, es el fin del camino para ti, cucaracha mal nacida- le respondió la voz. Por el tono, Diego entendió que quien fuera el que hablaba, era un sujeto que tenía un problema con él por alguna mujer con la cual se había acostado –Lo siento amigo, pero eres hombre, debes entender, uno va por la calle y ve una chica con un trasero enorme y lo único que se te ocurre es tirártela. Comprende amigo, yo no tengo la fuerza para controlarme como tú, mira, que te parece si me bajas y te consigo a la mujer que tú quieras, la que sea…- Diego seguía hablando tratando de ganar tiempo pero una tabla de madera le pego en la boca – ¡Cállate porquería! No todos pensamos con la entrepierna.  Entonces fue cuando Diego comprendió que no saldría de esta sin sangrar aunque fuera un poco; lo que nos dijo poco antes de morir seguramente fue poco en comparación con lo que le sucedió al sujeto en ese cuarto oscuro, pues encontramos quemaduras provocadas con ácido en sus genitales y sus pulmones estaban altamente dañados por la corrosión de algún gas que lo obligaron a inhalar.

Lo que nos relató el tipo fue que recordaba estar atado a una mesa de operaciones con una luz cegadora sobre de él y a un hombre con un trío de navajas en la mano, que pronto el sujeto le enterró las navajas en la piel y poco a poco le fue quitando la piel en tiras que depositaba en un recipiente. A Diego lo encontramos sin párpados, labios o piel, inconsciente y colgado de cabeza sobre la cama de Emma Rubens.

Sin embargo, pobre chica, si lo que le sucedió a Diego fue horrible, lo que Chay le hizo a Emma fue algo aún peor, ahora la chica vive con la mente destrozada, histérica, siempre mirando al techo por si encuentra un cuerpo desollado y huir. No duerme, no come, se mutila, cualquier intento por ayudarla resulta perjudicial para todos por lo que no se le estima mucho tiempo de vida, si sobrevive uno o dos días más, será un milagro.

Emma despertó esa mañana porque sintió un líquido empapando su cama y descubrió que era sangre, también descubrió tiras de piel acomodadas sobre ella  en forma de una cobija, y una carta que decía “Que duermas bien querida mía, cobijada por la piel de ese a quien tanto te gusta tener encima.”  Entonces comprendió perfectamente que Chay los había visto y que la piel provenía de Diego, a quien después vio colgado del techo y de cabeza, con los músculos de fuera y los genitales corroídos. Inmediatamente llamó a la policía, si Chay había sido capaz de eso, sabía que lo que le esperaba a ella era mucho peor, estaba en lo correcto.

La policía llegó a la escena del crimen pero no había rastros de Emma por ninguna parte, nada excepto una botella rota y un poco de sangre, misma que después identificamos como la sangre de Chay, pensamos que en algún momento entre la llamada y el arribo de los oficiales, Chay intentó llevarse a Emma y ella puso resistencia. Sin embargo, nada que hiciera ella pudo detener a su marido de torturarla al grado de volverla loca.

Tres meses después de la desaparición de Emma Rubens, la encontramos escondida en una granja a dos estados de distancia de la ciudad, un granjero aterrado llamó a la comisaría más cercana y reporto a una criatura extraña que lo había mordido, parecía humano dijo. Cuando la encontramos no tenía ni párpados  ni labios, tenía la caja torácica completamente expuesta y se podía ver como palpitaba su corazón.  Ella nos pidió que le regresáramos al cuarto, que él ya no estaba pero que el cuarto seguía ahí, nosotros preguntamos por el cuarto y ella nos llevó hasta el lugar.

Era una casa común que había sido rentada por anticipo, de acuerdo a la información obtenida, el inquilino tenía cubierta la renta de dos meses más, al no saber del inquilino, entramos. Adentro no había gran cosa a excepción de un reproductor de hologramas y varias memorias para reproducirse. Vimos todo el contenido de las memorias, cosa de la que me arrepiento porque fue aterrador, muchos de los que están involucrados no pudieron seguir con su carrera, algunos cometieron suicidio y yo… yo no he podido dormir bien en dos meses. Los hologramas muestran de manera progresiva como Chay Rubens tortura a su esposa; la encerró en un cuarto que adaptó especialmente para que no entrara ni luz ni sonido, tampoco podía salir sonido a menos que fuera por la pequeña bocina que estaba instalada en la pared. El señor Rubens la encerró y le expuso a un gas que impide que cualquiera que lo inhale pueda dormir, el compuesto ya es estudiado pero aún no se tiene respuesta de cómo funciona la droga ni de qué esta hecha.

Sin dormir y sin comer, se puede ver como Emma Rubens le implora que la deje salir o que le de algo de comida, el señor Rubens únicamente deja que entre el aroma a comida por las rendijas, propiciando el apetito de Emma y torturándola con los sonidos que él hace al comer frente a un micrófono. Eventualmente ella le dice que hará lo que sea, él le dice que ya no hay nada, que lo único que quería era que fuera paciente y fiel, pero ella no pudo mantener las piernas cerradas, ahora estaba viviendo la venganza de un hombre despechado. Emma Rubens dejó de pedir comida al mes de encierro  y a partir de ese momento Chay sólo le dejaría una porción de comida cada que se acordaba, había grabaciones de días enteros en los que el señor Rubens no se acercaba a la habitación, nadie sabe que hacía en esos instantes pero muchos sospechan que encubría la desaparición de ambos con las pistas falsas que llegaron hasta nosotros y se reportaba enfermo para dilatar su regreso a Marte.

Una tarde retiró el gas del sueño, la señora Rubens ya estaba loca, pedía a gritos que le pusieran el gas pues no quería dormir, no quería soñar con el cadáver de Diego Velázquez, Chay Rubens le gritó que lo sentía, que ya no había gas –Sueña con tu amante, querida… sueña que él te salva pues está muerto. A un lado de las grabaciones había varios planes, todos incluían el gas del sueño y la habitación especial, pero en unos se planteaba la posibilidad de darle de comer el cadáver de Diego Velázquez a Emma, sin embargo se cree que no se llevó a cabo esto pues el cadáver y Emma eran demasiado para transportar y el señor Rubens no tuvo tiempo de empacar a los dos antes de que la policía llegara.

Finalmente tras tres meses de encierro sin dormir, Chay Rubens abre la puerta y Emma grita que cierre, que apague la luz y que la deje en paz. Rubens le contesta que no –Eso es lo que debiste decirle al señor Velázquez cuando te sedujo, ¡puta!- y luego se marchó, nadie sabe a dónde. Después de eso ya no aparece más el señor Rubens, y no hay ruido o movimiento hasta tres días después cuando una mano huesuda y ensangrentada emerge del marco, luego otra mano y finalmente una cabeza calva con mechones de pelo, es la criatura, los jirones de lo que alguna vez fue Emma Rubens, sin párpados y labios, con el torso desnudo, ella, loca ante la luz se comienza a golpear contra la pared, se arranca los cabellos con violencia y se inflige heridas a si misma hasta que se arranca la piel del pecho mientras grita –¡¡¡Esta sobre mi, esta sobre de mi toda la piel, TODA, quítenmela, quítenme toda la piel!!!- y luego, al ver su piel en sus manos  se la come para esconderla de su vista. Así grita y llora durante tres horas como si fuera un alma recién salida del averno, luego se levanta y se va… no hay más grabaciones salvo una en la que el señor Rubens regresa, desmonta la cámara y dice –Emma Rubens ya se ha marchado, dejo estas grabaciones para demostrar que efectos tiene el gas que emana de los geiseres en Marte, las sociedades humanas en tal planeta son posibles, yo presento mi renuncia al programa de investigación marciano, no tengo nada que hacer salvo ofrecer disculpas por la muerte de dos colonizadores, dichas muertes han servido para suspender el programa unos meses y darme tiempo de concluir mi venganza, lo siento… creo.

Eventualmente dimos con pistas sobre el paradero del señor Rubens, creemos que ha enloquecido, que ahora es un asesino serial bajo el pseudónimo de Ares, hasta ahora lleva diez homicidios, en todos los casos hay indicios de tortura de algún tipo, parece como si eligiera a sus objetivos después de una detenida observación, luego planeara un infierno personal para esa persona y cuando la lleva al límite la deja morir, siempre hombres que seducen mujeres ajenas o personas que cometen adulterio.


Es demasiado escurridizo para nosotros, por lo que creemos que es momento que autoridades más competentes se involucren en este caso, por eso le pido a la dirección de esta agencia que tome la aprensión de este sujeto en sus manos, es altamente nocivo para la sociedad, es peligroso, no es violento pero si muy calculador; no sabemos cómo pero se adelanta a nuestras estrategias, por lo que a nosotros respecta todo este equipo de investigación se retira, somos muy pocos los que quedamos vivos, creo que sin quererlo, también nos hemos vuelto sus víctimas… cual sea el caso, es suyo, yo…. yo ya no puedo vivir siguiendo a este tipo, y por eso, mejor termino aquí; escuchando los berridos de Emma Rubens en la celda de a lado. 

martes, 11 de junio de 2013

Dharma

En el año 2045 el Dr. Indra Zarubin dejó la estación de investigaciones sobre el generador de bosones, en las profundidades de la  ciudad submarina de Islandia, y se mudó a las cálidas costas de Canadá, donde fundó una estación de educación continua para residentes nativos de aquella zona de bajos recursos.

Al principio fue una vil tienda de lona bajo la cual instaló pupitres porque los lugareños veían como una pérdida de tiempo el  aprendizaje de la lectura y las matemáticas, pero con el tiempo resultó ser un buen lugar donde dejar a los niños mientras los padres trabajaban o tenían ganas de estar solos, por lo que pasados dos años, la construcción de un edificio fue necesaria y la sociedad de investigadores consideraron necesaria la inversión en dicho proyecto.

Cuando yo llegué, las ventanas carecían de cristales y las puertas eran trozos de lona mal recortados, adentro los niños estudiaban con cuadernos de papel como en la prehistoria y leían cuentos de ciencia ficción sobre viajes a través del tiempo. En las instalaciones le ayudaban dos chicas de color que por alguna razón había terminado bajo la tutela del Dr. Zarubin, al igual que otros tres niños; Nuria, Atenas y Sariel.

De ellos tres Sariel era el mayor y pasaba la mayor parte del tiempo jugando con una mochila jet pack, subiendo y bajando de la azotea mientras que las niñas lo miraban jugar, esperando a que la mochila fallara y tuvieran que ir corriendo por el profesor. Pero eso nunca pasó, al año fue que se aburrió Sariel y comenzó a leer libros de todo tipo, impresos en fibras vegetales como seguramente lo hicieron nuestros antepasados.

Zarubin era profesor de día y a cada alumno le dedicaba su paciencia, había niños que no aprendían tan rápido como otros y era necesario citarlos en el descanso para apuntalar aquello que estaba flojo. Uno de ellos era Daniel, tenía problemas con la lectura, no entendía como ligar las letras una detrás de las otras, por lo que el doctor lo llevo a su oficina, ahí uso un aparato extraño que le indicó buenos resultados, al parecer el doctor temía que Daniel padeciera de alexia, pero resultó negativo.

La siguiente vez que los vi practicando, Daniel se desesperaba muy pronto, era impaciente –No te preocupes, todo está bien, no pasa nada- decía el doctor con tono paternal, pero el niño respondía enfurecido -¡No, soy un tonto, nunca aprenderé a leer, tengo eso… alexia!-  entonces el doctor se levanto mirandolo con amor al mismo tiempo que con autoridad –No Daniel, no eres ningún tonto, y no tienes alexia aunque lo dices como si te gustara la idea. Lo que pasa es que no te tienes paciencia, no respetas tu ritmo de aprendizaje, quieres ir más rápido de lo que puedes ¿Tú sabes que le pasó a los que intentaron ir más rápido que la luz sin respetar sus capacidades físicas? Se volvieron energía y se disiparon en la oscuridad del cosmos, todo por querer demasiado, lo cual no es malo, pero es erróneo cuando no respetamos lo que somos- Zarubin se calló en seco, se dio cuenta de que estaba levantando la voz –Lo siento, no era mi intención… puedes irte- dijo el doctor, pero el chico no se fue, tomó un libro y siguió intentándolo, el doctor se sintió conmovido –Yo sé que quieres aprender a leer para poder comentar con tus amigos sobre los libros del viejo Asimov, pero no te preocupes, cuando aprendas a leer te daré libros de Bradbury , serás la sensación del instituto, ya lo veras- dijo Zarubin al mismo tiempo que se levantaba y apoyaba su mano sobre el hombro del chico.

Cuando Zarubin no estaba enseñando, lo podías encontrar en su laboratorio, haciendo un desalinizador automático con las partes sobrantes de aparatos viejos que se usaron antes de la gran guerra. Si eras lo suficientemente silencioso para convencerlo de que estaba solo, comenzaba a charlar con el holograma de una mujer que ocasionalmente besaba; le decía cosas sobre lo mucho que extrañaba los cascos cognitivos porque permitían la difusión del conocimiento de manera veloz, eran cascos con circuitos extraños que detectaban la configuración eléctrica del cerebro y luego la modificaban de manera que los impulsos se tradujeran en forma de saber dentro de la consciencia del paciente, por lo que bastaban algunos minutos para estudiar una licenciatura en física teórica o un doctorado en ciencias avanzadas aplicadas a la estructuración de la materia en base a bosones. Todo gracias a la computación cuántica que se descubrió hacía más de quince años, pero que por raro que pareciera, no estaba disponible para todos los habitantes de la Tierra.

Una tarde llegó una de las ayudantes de Zarubin – me parece que se llamaba Minerva- llegó alarmada diciendo que un hombre había bajado del cielo sobre la playa. Zarubin, conociendo la cosmovisión de los nativos, concluyó inmediatamente que alguien había venido desde Islandia para hablar con él, por lo que se acomodó el cuello de su bata y salió con prisa hacia la orilla del mar.

Ahí estaba un sujeto robusto y ancho, con una mandíbula cuadrada y el cabello salpicado de canas por aquí y por allá. Zarubin sonrió, era un ocaso naranja en el que la sombra de las nubes se veían cafés y el firmamento parecía estar bruñido con tonos dorados. El sujeto vio a Zarubin y sonrió -¡Viejo amigo! Hace tantos años – dijo aquel –Mi estimado doctor Zuravleva, cuanto gusto- contestó  Zarubin,  quien extendió la mano para saludar a su colega.

-¿Qué lo trae por aquí?- preguntó Zarubin mientras miraba hacia el horizonte buscando el vehículo que había traído a su amigo desde tan lejos –Vine por ti desgraciado, te marchaste sin decirme adiós, mi mujer estuvo insoportable durante semanas quejándose porque ya que no estabas tú, ella era la que iba a tener que escucharme hablar todo el tiempo sobre bosones y materia ilimitada para toda la humanidad- los dos se carcajearon –Lo siento- dijo Zarubin para después agregar -¿y cómo se le quitó eso? – Zuravleva soltó una pequeña carcajada –No se le ha quitado, sólo que en vez de quejarse conmigo, todos los fines de semana va a casa de su madre a quejarse de mi con ella, lo cual me tiene muy complacido.

Zarubin le dio una palmada en la espalda, extrañaba poder hablar así con un ser humano, después guió a Zuravleva hacia su laboratorio, lo sentó en una mesa y le sirvió un té hecho con unas hierbas verdes  que coloreaban el agua de un color purpura muy profundo. 

-Entonces…- dijo Zarubin -¿qué te trajo hasta aquí?- Zuravleva se puso serio, se sentó derecho y apoyó los codos en la mesa –Veras, en estos últimos tres años hemos hecho grandes avances sobre el generador de bosones, si todo sale como hasta ahora, en cinco años estará listo, por lo que tendremos materia ilimitada para toda la humanidad, y esta decadencia de la que has sido testigo ha de desaparecer por completo de la memoria del hombre.

Zarubin miró hacia abajo –Genial, me da mucho gusto por ti y por los chicos pero ¿Y eso que tiene que ver conmigo?- dijo Zarubin en voz baja - ¡Demonios Indra! Sabes que no sería posible sin tu solución sobre taquiones, fue genial y necesitamos tu intelecto ahí abajo para poder terminar en tiempo, deja esta causa perdida, no podrás educar a estos salvajes, no tienen…- Zuravleva estaba a punto de decir algo, pero Zarubin se levantó en seco -¿Qué no tienen, inteligencia, aptitud, cerebro? Konstantin, los he visto aprender y enseñarse a hacer cosas que nosotros no somos capaces, nosotros nos sentimos como dioses abajo del agua con nuestras luces alimentadas por energía geotérmica y nuestras ropas en aerosol que prenden y apagan de acuerdo a nuestro humor, pero si nuestros domos se rompen estamos perdidos; si nuestra tecnología se acaba somos unos completos inútiles, tal como te lo digo, inútiles, porque no sabríamos hacer fuego ni sabríamos cazar nuestro alimento ¿Quiénes son los ignorantes Konstantin? Ellos son capaces de aprender, lo he visto, los cascos cognitivos no funcionan con ellos porque sus cerebros son diferentes, son libres, no están domesticados, nacieron en la tierra salvaje como lo hizo el primero de nuestra especie, pero eso no los transforma en completos imbéciles… ellos necesitan educación, nosotros necesitamos educación, yo… yo sólo se que nada se.

Zuravleva se levantó también, sacó un cilindro enorme, se llevó un apunta a la boca y a la otra le arrancó un trozo, dejando a la vista un brillo rojizo del cual emanaban tenues líneas de humo blanco azulado, le dio un jalón – Indra, no sé porque te obsesionas con este asunto, abajo tenemos todo lo que podríamos desear, y si nos ayudas podrías dárselo a estos seres también, dime ¿por qué te obsesionas con educarlos? Vamos, ni siquiera quieren que los enseñes a leer ¿Por qué pierdes tu tiempo así?- silencio, Zuravleva soltó el humo por la boca, Zarubin se dio vuelta  miró directo a los ojos a su colega –No se trata sólo de progresar porque si, a inicios del siglo XXI teníamos un nivel de vida parecido, y sin embargo todo se fue al demonio, nunca nos bastó tener supermercados repletos de comida, aún había hambre en las calles y aún se quejaban, lo hacían porque no recordaban que antes de ellos, toda esa abundancia era un sueño para sus antepasados; nuestra civilización se destruyo a sí misma y el arma para cometer suicidio fue el progreso-  dijo Zarubin.

-¿Pero que dices? Sabes bien…- Zuravleva decía algo, pero Zarubin alzó la mano con intención de hacerlo guardar silencio –No lo entiendes Konstantin, ni tú ni los demás… no se trata de darles acceso a tecnología milagrosa, eso no nos vuelve civilizados, porque no seríamos más que un simio con una metralleta apuntándole a otros simios; se te olvida que somos animales, que tenemos instintos, pasiones, un lado oscuro si lo quieres llamar así; es ese lado oscuro lo que nos vuelve humanos, nuestros celos, nuestras ambiciones que nacen de nuestras necesidades y nuestros traumas, eso es lo que nos impulsa a creer en el progreso, pero sin educación, las matemáticas son sólo datos y alfa centauri una estrella más en el cielo, la educación sirve para formar el carácter, para hacernos conscientes de nuestro entorno, disipando las nubes de nuestro lado oscuro  dándonos la libertad para ver con los verdaderos ojos de la razón el mundo y así maravillarnos con los fenómenos del universo.  Ahora vivimos en un mundo desigual, pero la vida siempre ha sido injusta, el generados de bosones no nos va a dar la respuesta, aunque he visto como lo buscamos desarrollar con ansia y desesperación, pero no; la respuesta es la educación de la mente del hombre, enseñarnos a actuar en consciencia de nuestro entorno para respetarlo y respetarnos, sólo  educando a la gente de esa manera es que podremos salir de esta crisis que tenemos como especie.

Zuravleva apagó el cigarrillo en el cenicero que estaba sobre la mesa, le dio un abrazo a su amigo para después salir a la playa, ahí lo esperaba un vehículo con forma de vaina que lo habría de llevar hasta Islandia. Zarubin lo siguió –Espero… sepas entenderme- Zuravleva se carcajeó –Claro que lo hago amigo, pero en caso de que tengas razón, no es a estos salvajes a quienes tiene que educar, sino a nosotros- Zarubin sonrió – Lo sé, pero estos salvajes carecen de soberbia.  Zuravleva se metió en la vaina –¿Así que soberbia, amigo? Eso es lo que te sacó del mar… pues bien, hasta luego, debo volver pronto o nadie me creerá que estaba investigando, cuídate mucho- dijo Zuravleva y Zarubin asintió con la cabeza –Tú también hombre… tú también.


Hacía dos horas que Zuravleva había metido la cabeza en su transporte y la compuerta había vuelto invisible a su amigo loco, ahora tenía a medio mar encima de su cabeza, pensaba en las palabras de su amigo;  “La respuesta es la educación de la mente del hombre, enseñarnos a actuar en consciencia de nuestro entorno para respetarlo y respetarnos, sólo  educando a la gente de esa manera es que podremos salir de esta crisis que tenemos como especie.” Una sonrisa iluminó su rostro - ¿Así que soberbia Zarubin?.. Somos listos, es obvio estar enfermos de soberbia.